Montalbán de Córdoba
Cuartelado. Primero, de gules, un castillo de oro, mazonado de sable y aclarado de azur. Segundo y tercero, de plata, tres flores de lis de azur mal ordenadas. Cuarto, de plata, león de gules. Acolado a un águila bicéfala de sable exployada y coronada con corona ducal.
Significado: Montalbán de Córdoba pertenecía al Señorío de Aguilar antes incluso qde que este perteneciera a los Fernández de Córdoba. En 1257 Alfonso X el Sabio confirmó la donación de este señorío a Gonzalo Yáñez Dovinal. Por decreto de 19 de mayo de 1603, el Rey Felipe III creó el Marquesado de Montalbán a favor de Pedro Fernández de Córdoba-Figueroa, IV Marqués de Priego. Las flores de lis, junto al castillo y al león, podrían aludir a las armas de los duques de Medinaceli, que actualmente ostentan el marquesado de Montalbán. Por este motivo, la corona es ducal y no marquesal. Otra hipótesis relaciona el primer y el cuarto cuartel con el castillo local y con la ciudad de Córdoba, haciendo alusión al jeroglifico "Castillo de Montalbán, Montalbán de Córdoba", sin que se nos muestre la relación entre las lises y la palabra "montalbán".
Montalbán de Córdoba es un municipio español situado al suroeste de la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía. El municipio se encuentra en la comarca de la Campiña Sur Cordobesa2 y pertenece al partido judicial de Montilla.3 Sus coordenadas geográficas son 37º 35' N, 4º 45' O.4 Se halla situado a una altitud de 273 msnm5 y a unos 42 km de la capital de provincia, Córdoba.6 La extensión de su término municipal es de 33,6 km².5 En el año 2016 contaba con 4.473 habitantes y una densidad de población de 132,89 hab/km². Montalbán es ampliamente conocido por su cultivo del ajo, siendo el primer productor de ajo de Andalucía y aglutinando el 37% de la producción de ajo de la Unión Europea.
Prehistoria
El descubrimiento de un vaso campaniforme, perteneciente probablemente a una sepultura o a un ajuar funerario, demuestra que estas tierras estuvieron habitadas por comunidades de la Edad del Cobre.9 Dicho vaso campaniforme es un recipiente cerámico de forma acampanada, decorado con líneas en zigzag horizontales.9 Localizado en mitad del término municipal se halla el yacimiento arqueológico de Los Carramolos, sobre la cadena de cerros del mismo nombre, en el cual se ha descubierto cerámica ibérica típica.
Edad antigua
Sólo se tienen datos de la localidad procedentes de la época romana, sin ninguna referencia vándala o visigoda.
Época romana
Según una tradición pseudohistórica (por su falta de documentación), en la época romana, durante las guerras púnicas, tuvo lugar cerca del municipio (de nombre SEGOVIA) una batalla entre las tropas romanas del general Escipión el Africano y el general cartaginés Hannón el Grande, según narra el historiador romano Estrabón. El general Escipión venció a los cartagineses y retuvo a Hannón en la "fortaleza" del municipio, que utilizó como "cuartel general" para su guerra contra los cartagineses. Así, tras ganar la guerra y regresar allí de nuevo, le otorgó en el año 208 a. C. el título de municipio, pero no hay documentación alguna que verifique lo antedicho.10 De esta época se conservan las catacumbas paleocristianas de Tentecarreta, únicas en España y que, según unas monedas y un anillo episcopal encontrados en el yacimiento, datan del siglo iv d. C. o v d. C..1
Edad Media
Época árabe
Durante la época de Al-Ándalus, Montalbán se encontraba en la frontera entre la Cora de Córdoba y la de Cabra.9 De esta época se tiene constancia de la existencia de un castillo11 o fortaleza andalusí, si bien en la actualidad no queda resto alguno de tal construcción ya que fue derribado y su solar usado como era (Era del Castillo) reutilizando sus materiales de construcción para edificios tales como la Ermita del Calvario.
Reconquista cristiana
Montalbán fue reconquistado por Fernando III entre febrero de 1240 y marzo de 1241.9 El 16 de abril de 1257, el municipio pasó a depender del caballero de origen portugués Gonzalo Yáñez Dovinal a quien Alfonso X, en recompensa por su colaboración en la reconquista del valle del Guadalquivir, concedió en señorío la villa y castillo de Aguilar, de la cual dependía Montalbán, formando así Montalbán parte del señorío de Aguilar.912 Más tarde fue heredado por su hijo, Gonzalo Yáñez de Aguilar, quien a su vez lo dejó en herencia a su hijo.12 Éste murió sin descendencia por lo cual, a mediados del siglo xiv d. C., su herencia fue destinada a su hermano Fernán González.129 Posteriormente, en 1356, lo vendió por 15.000 maravedís a Diego Fernández de Córdoba.9 Tras su muerte fue heredado por su hija Beatriz Fernández de Córdoba quien se casó con Fernán Alfonso de Montemayor pasando así a pertenecer Montalbán a la Casa de Montemayor.9 A mediados del siglo xv d. C. fue heredado por su único hijo Alfonso Fernández de Montemayor, quien a su vez lo dejó en herencia a su hija Beatriz.9 Beatriz y su marido Fernán Yáñez de Badajoz lo vendieron por 3.000.000 de maravedís al Alcaide de los Donceles el cual cedió sus derechos de compra a Pedro Fernández de Córdoba, señor de Aguilar y marqués de Priego.9 De esta forma, Montalbán volvió nuevamente a depender de la Casa de Aguilar.
Edad Moderna
Montalbán formaba parte del Marquesado de Priego, en el cual fue incluido a finales del Antiguo Régimen.9 La principal actividad económica era la agricultura, la mayoría de los trabajadores del municipio eran jornaleros, muy pocos de ellos propietarios, llamados "muleretes" por tener mulos o bestias de labranza y eran seguidos de lejos por escasos artesanos.
En 1603, el Rey Felipe III El Piadoso creó el Marquesado de Montalbán a favor de Pedro Fernández de Córdoba-Figueroa, IV Marqués de Priego. El de Marqués de Montalbán fue un título usado para el heredero del marquesado de Priego, que generalmente lo recibía en la fecha de su nacimiento, pero esta costumbre cayó en desuso a finales del siglo xix d. C.. En la actualidad, se encuentra el Título de "Marqués de Montalbán" en la Casa de Medinaceli.
El inmemorial escudo de armas de Montalbán pudo deducirse del de Medinaceli, en Soria, mezcla de Castilla, León y el Condado de Foix. Pero separando castillo y león en los cuarteles 1 y 4, dejando al león de gules y sin corona para que sea de Córdoba, invirtiendo el orden de las flores de lis a 1 y 2 y su color de oro a azur, y poniéndolas sobre campo de plata. Todo el escudo posado sobre el pecho del águila bicéfala de sable sumado de una corona real abierta, que es el soporte de todo el escudo y que es conoció popularmente como "El Aguilucho de La Tercia".
Edad Contemporánea
En 1812, durante la Guerra de Independencia Española, Montalbán era afrancesado con su Ayuntamiento a la cabeza y contrario a la vuelta de Fernando VII. A pesar de lo cual se dice que los franceses incendiaron el archivo municipal, extremo que no está demostrado en absoluto, pues los documentos de la época siguen en la Fundación Medinaceli. Acerca de la Guerra Civil, no se conocen muchos datos debido a que se quemaron las actas municipales durante dicho conflicto.13 En agosto de 1936, el bando sublevado ocupa el municipio, junto con otras localidades cercanas.
Montemayor
Escudo español, de azur, una torre con escalinata, de Eplata, cargada de un escudete de oro con tres fajas de gules, y con dos torres de plata más pequeñas sumadas a los flancos. Bordura de plata con una cruz de sable en el jefe y la inscripción: TU IN EA ET EGO PRO EA, en letras de sable. Al timbre corona real abierta.
Significado: El castillo en el escudo es castillo de Fráis, mandado construir por Martín Alonso de Córdoba, de ahí el escudete que aparece en el. La inscripción de la bordura (tu en ella y yo por ella) es la de la Casa de Alba.
Escudo: Escudo español, de azur, una torre con escalinata, de plata, cargada de un escudete de oro con tres fajas de gules, y con dos torres de plata más pequeñas sumadas a los flancos. Bordura de plata con una cruz de sable en el jefe y la inscripción: TU IN EA ET EGO PRO EA, en letras de sable. Al timbre corona real abierta.
Significado: El castillo en el escudo es castillo de Fráis, mandado construir por Martín Alonso de Córdoba, de ahí el escudete que aparece en el. La inscripción de la bordura (tu en ella y yo por ella) es la de la Casa de Alba.
Montemayor es un municipio español de la provincia de Córdoba, Andalucía. Emplazada en plena campiña cordobesa. Su situación sobre el monte de mayor elevación del entorno le da a esta villa su nombre propio, así como el sobrenombre de Mirador de la Campiña. Cuenta con un mirador con excelentes vistas situado al pie de su castillo. En el año 2017 contaba con 3902 habitantes. Su extensión superficial es de 57,98 km² y tiene una densidad de 67,68 hab/km². Sus coordenadas geográficas son 37º39'N, 4º42'O. Se encuentra situada a una altitud de 413 metros y a 30 kilómetros de la capital de provincia, Córdoba. Su economía se basa en el sector primario, siendo sus principales producciones el cereal, el vino y el aceite. Es un pueblo-fortaleza repoblado en 1340 por Martín Alfonso de Córdoba el Bueno con permiso del rey Alfonso XI, sobre los restos de una población anterior que ya fue tomada por Fernando III de Castilla El Santo el año 1233. Su existencia se remonta a dos mil años a.C., según avalan los abundantes restos de cerámica campaniforme y de esculturas y exvotos ibéricos encontrados en su entorno. En época romana se la conoció como Ulia. Sobre el origen de este nombre hay dos teorías: la primera apunta al vocablo turdetano ulia, que significa monte; la segunda afirma que el nombre se debe a Ulio, nombre propio del rey fundador de la ciudad que fue Sículo I o Sículo II. En la segunda mitad del s. I a.C. la ciudad vive su época de esplendor. El Bellum Hispaniensis de Aulo Hircio relata que Ulia fue la única ciudad de la Bética que permaneció fiel a Julio César durante la guerra civil. El año 46 a.C., Cneo Pompeyo el Joven sitia Ulia mientras que su hermano Sexto se establece en Corduba. Al llegar César a Hispania envió en auxilio de la ciudad un ejército formado por unos dos mil cuatrocientos infantes e igual número de caballeros al mando de Lucius Vibius Paciecus, mientras él marchaba hacia Corduba. Tras la victoria definitiva de César sobre los hijos de Pompeyo en la batalla de Munda, en el año cuarenta y cinco antes de Cristo, la ciudad se ve favorecida con diversas medidas como la donación de tierras o la exención de impuestos. También por ello recibió de César el título de Fidentia que llevaría en su nombre desde entonces. Los restos arqueológicos de la época son muy abundantes. Predominan por número los materiales bélicos (balas de plomo y glandes), pero también monedas de Ulia, esculturas, restos de inscripciones, etc. La decadencia del Imperio afectaría también a la ciudad, de la que se tienen pocas noticias en los siglos siguientes. La ciudad contó con silla catedral desde los comienzos del cristianismo en la Bética, siendo su obispo a mediados del siglo segundo San Cuadrado. La dominación visigoda acentúa el declive de la ciudad. No se cuenta con referencias arqueológicas ni documentales de la época. En época árabe, la zona, recibe el nombre de Ulyat Kanbaniya y fue uno de los quince distritos agrícolas (iqlim) en que se dividía la cora o provincia de Córdoba. Al Sahqundi se refiere al iqlim de Ulyat Kanbaniya como tierras de abundante y excelente trigo. En el año 1233, Fernando III el Santo manda algunas tropas para que ocuparan el lugar, que encuentran casi deshabitado y ruinoso, comenzando a denominarse Montemayor. Tras la conquista de Córdoba, el territorio pasa a formar parte de los dominios de Fernán Núñez de Témez junto con el vecino castillo de Dos Hermanas, junto al río Carchena. Durante el primer tercio del siglo XIV, el rey nazarí Muhammed IV de Granada llevó a cabo una serie de razzias a lo largo de la frontera. El día 8 de marzo de 1340, y hallándose en la ciudad de Sevilla,2 Alfonso XI de Castilla expidió un privilegio que autorizaba a Martín Alfonso de Córdoba el Bueno a poblar y construir un castillo en su villa de Montemayor,34 y en el privilegio se añadía «que tenía comenzado á poblar en su propia Heredad, por quanto era comarca en que se podía hacer guerra a los moros y muy gran servicio a Dios y á su alteza» El castillo de Montemayor fue construido por deseo de Martín Alfonso debido a que su cercano castillo de Dos Hermanas era inseguro y poco apropiado para la defensa constante contra los musulmanes,6 por lo que el señor de Montemayor ordenó desmantelar este último y trasladó a su población a Montemayor por ser un lugar «más ventajoso y fuerte» El nuevo castillo fue edificado en los terrenos que ocupó la ciudad romana de Uli y en un cerro situado a corta distancia de la actual población de Montemayor y según Nieto Lozano comenzó a construirse pocos meses después de que Alfonso XI expidiera el privilegio mencionado anteriormente.3 Y como Martín Alfonso de Córdoba fue también conocido como Martín Alfonso de Montemayor, Fernández de Béthencourt señaló que: ...por lo cual él mismo fue conocido, según las costumbres de la época, por Martín Alfonso de Montemayor, con cuyo apellido su numerosa descendencia se distinguió después de todos los otros señores de la Casa de Córdova, llamándose, como se verá, tanto o más que Córdova, con el de Montemayor, o usándolos confundidos frecuentemente, y constituyendo una de las cuatro grandes líneas capitales de esta célebre familia, en realidad la cuarta y menor de todas ellas. El castillo de Montemayor se construyó utilizando restos de la antigua Ulia, ya que así lo evidencian los numerosos restos de columnas, piedras de molino, etc. que se hallan en sus cimientos y muros. Y la construcción del castillo de Montemayor consolidó «el señorío y la casa nobiliaria» de Montemayor, como indicó Nieto Lozano,3 y Quintanilla Raso mencionó que después de convertirse en señor de Montemayor, Martín Alfonso de Córdoba estableció «una nueva rama familiar» desgajada de la Casa de Córdoba en la que, entre los años 1327 y 1521 llegaron a sucederse seis señores que llegaron a ocupar «en todo momento un destacado papel en el conjunto de la nobleza cordobesa» y de quienes descienden los condes de Alcaudete. Martín Alfonso de Córdoba murió en 1349,1011 y después de su muerte, su hijo primogénito, Alfonso Fernández de Montemayor, que llegó a ser señor de Alcaudete y adelantado mayor de la frontera de Andalucía, ocupó la jefatura de la Casa de Montemayor. Otros personajes importantes fueron Alfonso VI Fernández de Montemayor, que colaboró en la etapa final de la conquista de Granada junto a los Reyes Católicos, y Martín IV Alfonso, séptimo señor de Montemayor que colaboró con Carlos I en las guerras contra Francia. A mediados del siglo XVIII. Los datos existentes de la época moderna y contemporánea son escasos y poco relevantes.
Montilla
De azul, una torre de oro aclarada de gules, acompañada en jefe un creciente contornado de plata, a la diestra de una gavilla de trigo de oro, atada de gules, y a la siniestra de un pino de plata, todo sobre una terraza de verde, timbrado con la Corona Real Española.
Montilla es una ciudad y municipio español de la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía. Se sitúa como cabecera natural de la comarca de la Campiña Sur Cordobesa, siendo capital de esta junto con Puente Genil y es cabeza de partido judicial.12 Se levanta a una altitud de 371 msnm, a unos 45 km al sur de Córdoba, 115 km al norte de Málaga y 130 km al este de Sevilla.34 Su extensión es de 168,2 km² y actualmente cuenta con 22 859 habitantes(172 menos que en 2019), lo que supone una densidad de población de 138,66 hab/km²
Antigüedad y Edad Media
Desde el Paleolítico Inferior se conocen restos de ocupación humana en Montilla, al igual que en toda la Campiña, como lo atestiguan los útiles sobre lasca y los bifaces encontrados. Posteriormente han aparecido raederas, raspadores y buriles, del Paleolítico Inferior y del Paleolítico Medio y sepulturas del Campaniforme. El Epipaleolítico dejó huella en el término de Montilla, siendo el municipio uno de los escasos puntos geográficos cordobeses donde se han documentado yacimientos de la época, como el de Fuente de Pez, interesante yacimiento de piezas microlíticas, y del Neolítico, del cual encontramos abundantes restos desde el Calcolítico, periodo en el que son más numerosos los yacimientos de cerámica, útiles de sílex, puntas de flechas, etc..
En las inmediaciones del castillo de Montilla, tras diversas excavaciones arqueológicas desarrolladas en el Cerro donde se asienta el alhorí, se ha constatado la existencia de un antiguo poblado prerromano en sus laderas.
La presencia de restos arqueológicos, como una estatua de Diana cazadora o de vías romanas, hacen pensar en que hubiera un núcleo hispanorromano; sin embargo, aún no se han encontrado restos que permitan hablar de una ciudad romana a pesar de la abundancia de restos. Cerca de Montilla, en la zona de Llanos de Vanda se suele ubicar la Munda, librada en el año 45 a.C., en la cual se enfrentaron Julio César frente a Cneo y Sexto Pompeyo, hijos de Pompeyo el Grande. Tras la victoria de Julio César, este volvió a Roma para ser nombrado dictador. Sin embargo, los historiadores y estudiosos aún no están seguros de esta localización, ya que nunca ha aparecido ninguna prueba definitiva que confirme la relación de Montilla con Munda. Su proximidad a la vía de Corduba a Malaca y otras secundarias dan testimonios de que el lugar estaba habitado y había una intensa actividad agrícola. De fecha anterior a éstos, son los restos de poblamientos tartésicos e íberos hallados en el recinto del castillo.
De la época musulmana proviene el nombre de Montiya, anterior a la castellanización de la terminación -iya del árabe, que denomina a grupos humanos en toda su extensión, como agrupación, barrio, pueblo, ciudad, etc. Aparentemente, la zona, a la que se denominó Mondelia estuvo poco poblada y lindaba con las coras de Cabra y Córdoba.
Poco se conoce de Montilla durante la primera época de la Edad Media, incluyendo su propio origen, hasta su incorporación a la corona castellano-leonesa entre febrero de 1240 y marzo de 1241, durante la segunda estancia de Fernando III de Castilla en Córdoba. En estos años comenzó el repoblamiento con familias provenientes de León. En 1257 pasó a depender de Gonzalo Yáñez Dovinal, a quien Alfonso X el Sabio concedió en señorío la villa y castillo de Aguilar, del que dependería Montilla hasta 1343, fecha en que se extinguió el linaje de la Casa de Aguilar.
La titularidad de estas tierras cambiaría en varias ocasiones, hasta que en 1371, Enrique II de Castilla la concede a Lope Gutiérrez, alcalde mayor de Córdoba, segregándola de la Casa de Aguilar, junto con la independencia jurisdiccional y el título de villa. Fue en esta fecha cuando sustituyó a Aguilar de la Frontera como sede del señorío de ese nombre. Lope Gutiérrez, por su parte, la entregó en 1375 a Gonzalo Fernández de Córdoba, a cambio de sus diversos bienes en Guadalcázar. A partir de ese momento, Montilla, sin dar nombre al señorío, se convirtió en centro, sede y núcleo del mismo, situación que se mantendrá incluso cuando los Reyes Católicos otorguen a los señores de Aguilar el título de Marqueses de Priego.
La noticia más antigua que aparece de Montilla es en 1333, y hace referencia al castillo y a su nombre. Diez años después se menciona la población, consolidada totalmente, pero hasta 1371 no adquiere término municipal independiente de Aguilar y obtener el título de villa, reforzando su población y configurando su territorio a lo largo del siglo XV mediante pleitos por los límites con los concejos colindantes de Cabra, La Rambla, Castro del Río, Montemayor y Espejo. Sobre el Gran Capitán ha habido siempre una discusión sobre su nacimiento entre que era de Aguilar o de Montilla, ya que aunque nació en Montilla, en aquel momento pertenecía al Señorío de Aguilar, del cual era su padre titular.
Es, a partir de este momento, cuando comienza, sin lugar a dudas, la centuria más importante de la historia de Montilla, aunque con uno de sus mayores traumas: la destrucción de su Castillo.
Siglos XVI, XVII y XVIII
Bajo los Fernández de Córdoba, Montilla se convertirá en el centro del señorío de Aguilar, suplantando incluso a esta villa, y se preparará para su desarrollo económico del siglo XVI. Durante la segunda mitad del siglo XV experimentó un importante crecimiento demográfico, alcanzando los 1166 vecinos en 1530, por lo que, después de Priego, a la que termina por suplantar, era la villa más poblada del marquesado de este nombre. Existen testimonios de aquella época sobre el castillo, cuyo origen parece remontarse a épocas anteriores a la Baja Edad Media, y aunque apenas se conservan restos, ya que fue demolido por orden de Fernando el Católico en 1508 como ejemplar castigo impuesto al titular de la Casa de Aguilar (ya entonces primer marqués de Priego) y aviso al resto de la nobleza andaluza. Las noticias antiguas nos informan acerca de su suntuosidad y celebridad.
En el siglo XVI el fuerte crecimiento demográfico y el auge económico influyen en la ampliación del perímetro urbano y en la remodelación arquitectónica de la parroquia de Santiago y creación de la totalidad de fundaciones conventuales: franciscanos en 1512, agustinos en 1519, clarisas en 1525, jesuitas en 1558, y concepcionistas en 1594. La ciudad siguió forjando el primitivo casco urbano que hoy se conserva, y se expande hacia el camino de Córdoba gracias al barrio de las Tenerías o hacia el Sur. La práctica totalidad del centro histórico de Montilla tiene su origen y desarrollo en estos siglos XV y XVI.
En 1630, Felipe IV de España le concede el título de ciudad. Por aquella época los derechos señoriales suponen grandes beneficios para éstos y no pocos conflictos para con los vasallos. Hasta 1711 no se reconoce el derecho de los vecinos para erigir libremente hornos y molinos. Dentro de aquel marco, el concejo municipal cumple funciones de gobierno, justicia y regimiento de la villa, para lo que dispone de ingresos devengados por el arrendamiento de sus propios.
El siglo XVII está ligado a un estancamiento y regresión de la economía, epidemia de peste, falta de cosechas y hambre. Esto no frena el vigor religioso, sino que se intensifica con la fundación del hospital de San Juan de Dios en 1664 y el reconocimiento público del patronazgo de San Francisco Solano en 1647, casi ochenta años antes de su canonización en 1726. Cabe destacar en este siglo la importancia que el teatro adquirió en la localidad, ligado a la festividad de Corpus y al amparo del Marquesado de Priego. Las referencias históricas indican que la importancia del teatro fue tal en la ciudad, que Montilla contó con un corral de comedias a principios del siglo XVII, antes incluso que otras grandes ciudades andaluzas.
El siglo XVIII supone una recuperación demográfica, sin cambios sustanciales en la estructura social, encabezada por los marqueses de Priego (duques de Medinaceli desde 1711), seguida de algunas familias nobles, clero, campesinos y artesanos de los más variados gremios. En 1726 fue canonizado el montillano San Francisco Solano, importante evangelizador en América del Sur. El 1 de abril de 1767 se expulsa a los jesuitas y el 24 de agosto de 1779 se funda la primera Sociedad Económica de Amigos del País.
Siglos XIX, XX y XXI
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada.
En el siglo XIX, Montilla tenía 13 224 habitantes, por lo que se la consideraba una ciudad de tamaño medio; había 1840 casas en 84 calles, anchas, limpias y muy bien empedradas, como describen varios tratados, destacando las calles Corredera, Sotollón, Ancha, Enfermería, Torrecilla, San Fernando, Santa Brígida y Puerta de Aguilar y tres plazas: Constitución, Palacio y Sileras, así como el Llano de San Agustín. La ciudad contaba en este siglo con el Ayuntamiento, el palacio de Medinaceli, escuelas, hospital, la parroquia de Santiago, la iglesia de San Francisco Solano, así como siete ermitas en la ciudad y cuatro en las afueras, tres conventos de frailes y dos de monjas. También se ha hecho referencia al castillo, calificado por varios autores como «el más hermoso de Andalucía» y una serie de baños por el término atribuidos a los romanos[cita requerida]. En este siglo, la economía se basaba en el sector primario: las producciones más importantes eran aceite (80 000 arrobas con ventas que se distribuían a Málaga, Sevilla y Madrid), vino (exportado a Córdoba capital, la provincia y Écija, con pedidos incluso para Inglaterra), trigo (50 000 fanegas) y otros cereales, leguminosas, hortalizas y frutas. En cuanto a industria, destacaba el sector agroalimentario, los telares de lino y lana y alfarerías y tejares[cita requerida].
Este siglo fue tumultuoso: Se vivieron diversos enfrentamientos, contra los franceses en la Guerra de Independencia española o entre absolutistas y liberales. Además de la grave epidemia de cólera de 1855 y las revueltas contra Isabel II de España. La revolución de 1868 representó una etapa de gran agitación política, puesto que en Montilla existían grupos de demócratas organizados. El amaño de las elecciones por parte de la burguesía local creó un ambiente de gran tensión social que provocaron los graves sucesos de 1873, al conocerse la proclamación de la Primera República Española, que estalló un motín popular, con asaltos e incendios de casas de varias autoridades municipales y con el asesinato de uno de los hombres más ricos de la localidad, el cacique, al intentar huir. Cabe destacar en este siglo las medidas desamortizadoras del ministro Mendizábal (1835), la presencia de la expedición de los generales carlistas Gómez y Cabrera (1836) y la llegada del ferrocarril (1865).
Los principios del siglo XX se caracterizaron por la enraización de estas ideas republicanas y socialistas, éstas de la mano de las doctrinas difundidas por el médico Francisco Palop Segovia, así como por la multiplicación de las organizaciones obreras y el anticlericalismo. Desde este momento Montilla fue un importante núcleo republicano, con un claro reflejo de esta tendencia en las elecciones municipales. Tras el triunfo de la Revolución rusa se inició en Montilla, como en otros lugares de España, un período de agitación social. En mayo de 1917 una manifestación de protesta fue disuelta a tiros por la fuerza pública cuando marchaba por la calle El Santo. En aquel verano hubo varias huelgas y amenazas de atentados contra personas y propiedades, el portavoz del partido republicano en el Ayuntamiento fue detenido y la sesión municipal del 1 de agosto se celebró con la presencia de la Guardia Civil en la sala capitular. Los socialistas obtuvieron la mayoría en las elecciones de 1920, en continuo enfrentamiento con el sindicato católico, que estaba dirigido por el conde de la Cortina. Durante los años de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), maduró y se expandió enormemente la industria vitivinícola de la ciudad. En el entorno socio-cultural destaca la figura de Don Francisco de Alvear, Conde de la Cortina, que impulsa en la llegada de las Esclavas del Divino Corazón y la Congregación Salesiana, ambas consagradas a la docencia, y el regreso de la Compañía de Jesús. Además, el Conde de la Cortina, adquiere la Casa del Inca Garcilaso de la Vega para donarla al pueblo de Montilla con el fin de ubicar allí la biblioteca pública. Con la expansión del sector vitivinícola y bodeguero, los gremios artesanales quedarán a la sombra y la ciudad alcanzará fama universal con la elaboración de excelentes vinos, convirtiéndose desde 1944 en el núcleo más significativo de la Denominación de Origen Montilla-Moriles.
En las elecciones generales de 1931 y 1933, los socialistas obtuvieron una mayoría aplastante y en 1936 el Frente Popular duplicó el número de votos de la derecha. Más tarde, la guerra civil española no pasó de puntillas por el pueblo, el caso de Montilla fue especialmente sangrante, ya que nadie intentó poner freno a la violencia, como en otras localidades: La Iglesia jaleó el golpe y no dio ninguna muestra de piedad ni de caridad. Tanto párrocos como arciprestes casaron y bautizaron a la fuerza a personas que iban a ser fusiladas el día siguiente, sin hacer nada por evitar la barbarie. Los militares estaban al mando de Montilla desde el 19 de julio. Hay constatados, entre 1936 y 1939, 114 fusilamientos en una población de 20 000 habitantes y, posteriormente, se contabilizarían 16 más; sin embargo, los historiadores no están conformes con esta cifra: la mayoría de las ejecuciones no se inscribían en el Registro Civil, y más del 30 % de estas ejecuciones se recogieron a través de testimonios orales, por lo que se piensa que hubo muchas más de las anotadas. También se instaló en la localidad, en dos colegios femeninos, un campo de concentración para prisioneros republicanos donde se llegarían a congregar hasta 1000 hombres.
La única opción que le quedó a la población fue la huida: varios miles de personas huyeron a Espejo, un municipio vecino a 12 kilómetros de Montilla al día siguiente del triunfo del golpe. Cuando este cayó en septiembre, huyeron a Bujalance, más al norte de la provincia, del cual huyeron hacia Jaén cuando cayó en manos rebeldes. De estos exiliados, ocho acabaron recluidos en campos de concentración nazis al salir en 1939 de España y fueron encarcelados en los campos de concentración del sur de Francia, en Argelès-sur-Mer y a Barcarès. Cuando Francia cayó en manos de los alemanes, algunos de los presos montillanos fueron capturados y enviados a otros campos, como Mauthausen, mientras que otros lograron volver a España.
La posguerra fue especialmente dura, se estima que en el año 1939 había alrededor de 400 montillanos en distintos penales. A partir de 1941, se indultó a muchos por falta de espacio. En las prisiones no había sitio para tantos reclusos, ni medios para mantenerlos en los años del hambruna. Sin embargo, la salida de la cárcel no era fácil: los republicanos encontraban, en la mayoría de casos, sus casas saqueadas, únicamente con las paredes. Muchos tuvieron que enfrentarse a los tribunales de responsabilidades políticas, castigándoles con cuantiosas multas y sometiéndolos a un control constante.
Sin embargo, en los años 1960 se entró de lleno en el desarrollismo de la mano de la industria vitivinícola, que situó a Montilla en los primeros lugares de la provincia. No obstante, la localidad no se libró de la fiebre migratoria, siendo el principal destino de la inmigración Cataluña (San Juan Despí) y Alemania. Hoy día forma parte del triángulo de ciudades considerado motor de la economía cordobesa.
Montoro
Escudo de forma de peto, está representado por un toro sobre un monte en campo de oro, con corona ducal en su parte superior, y, enmarcado por una guirnalda de hojas de laurel que se entrecruza en su parte inferior con una rama de palma de delgadas hojas, poseyendo la guirnalda una cinta entrelazada en la que se lee noble, leal, patriótica. El escudo posee campo de azur con toro pasante en negro sobre monte de oro, quedando la corona en oro con piedras preciosas alternándose en rojo y verde, las guirnaldas y hojas de las ramas en negro.
Montoro es un municipio español de la provincia de Córdoba, Andalucía. En el año 2016 contaba con 9635 habitantes. Su extensión superficial (2021) es de 585,41 km² y tiene una densidad de 16,44 hab/km². Sus coordenadas geográficas son 38º 01' N, 4º 22' O. Se encuentra situada a una altitud de 195 metros y a 41 kilómetros de la capital de provincia, Córdoba.
La presencia de asentamientos humanos en Montoro está atestiguada mediante restos arqueológicos desde época prehistórica.
Como núcleo urbano se especula con la posibilidad de que fuese una fundación de los colonizadores griegos, quienes la habrían denominado Aypora o Eipora, aunque esto no se ha podido demostrar fehacientemente.
Sí que está plenamente demostrada la existencia de un núcleo ibérico en el Llanete de los Moros, donde las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz estructuras arquitectónicas y ajuares funerarios, actualmente expuestos en el Museo Arqueológico Provincial de Córdoba, con sede en la capital. Estos restos están fechados en torno a los años 4500-5000 a. C.
A finales del siglo III a. C. la ciudad de Epora se ve inmersa en la segunda guerra púnica, que la llevará a firmar un foedus con la República romana en torno al 206 a. C.; junto con Gades, será una de las civitas foederata de la Bética, lo cual da muestra de su importancia, en especial hacia finales del siglo I a. C. Epora se localiza en el trazado de la Vía Augusta y es nombrada tanto en el Itinerario de Antonino como en los Vasos Apolinares. De este período destaca una escultura thoracata expuesta en el museo local, así como varias inscripciones.
El establecimiento de godos en el monte contiguo a Épora desde el siglo VI (como Wiliulfus vir illustris y Reccisvinthus diacunus) provocó el nacimiento del topónimo Montoro a partir de Mon(te Go)thorum ('Monte de los godos'),4 Muntûr en los textos árabes, que no puede derivar de las supuestas raíces prerromanas *taur o *aur.5 Tras el período visigodo y musulmán, la ciudad es conquistada definitivamente por el rey cristiano Fernando III el Santo el día de San Bartolomé (24 de agosto) de 1238, según unos autores, o de 1240 según otros. De ahí que este santo fuese nombrado patrón de la ciudad y titular de su iglesia parroquial.
Perteneció al Concejo de Córdoba hasta que a mediados del siglo XVII pasó a manos del marqués de El Carpio, Luis Méndez de Haro y Sotomayor, a cuya casa nobiliaria perteneció, hasta que en el siglo XIX se abolieron los derechos señoriales.
El comportamiento de sus vecinos durante la invasión napoleónica le valió el título de "Muy Noble, Leal y Patriótica" ("Muy Noble, Leal y Patriótica Ciudad de Montoro"). Tras conocer los habitantes de Montoro los abusos cometidos por los franceses en Córdoba capital, decidieron una estrategia de engaño, que haría creer a los franceses que eran bien recibidos en Montoro, para a continuación acabar con cuantos pudiesen. Varias veces se repitió esto con el resultado de que Montoro fue el único punto independiente en toda España que los franceses dejaron en su retaguardia. No obstante, esta situación de "isla en tierra" le costó no pocas vidas y un enorme descenso en la productividad y la natalidad, quedando la población muy reducida. Sólo tras más de 30 años (hacia 1840), la población había recuperado su valor de 1808.
Monturque
El escudo se encuentra partido en dos cuarteles. El cuartel diestro trae campo de azur, y en él aparece la figura de un león rampante de plata, con una espada sostenida con su mano derecha que simboliza el Fuero Real de Córdoba. Por su parte, el cuartel siniestro trae campo de plata sobre el que situar una cruz venerada de gules, que representa la insignia de la Orden Militar de Santiago. Ambos cuarteles están rodeados de una bordura común de color sinople en la que existen ocho lunas menguantes dispuestas simétricamente, las cuales representan el privilegio concedido por el rey Alfonso XI a todas las poblaciones que tomaron parte en la famosa Batalla del Salado. Por timbre, corona real abierta y adorno exterior de lambrequines.
Monturque es un municipio español de la provincia de Córdoba, Andalucía. Es denominado el centro de Andalucía. En el año 2019 contaba con 1.958 habitantes. Su extensión superficial es de 32,83 km² y tiene una densidad de 60,34 hab/km². Sus coordenadas geográficas son 37º 28' N, 4º 34' O. Se encuentra situado en la comarca de la Campiña Sur, a una altitud de 395 metros y a 61 kilómetros de la capital de provincia, Córdoba.
Las excavaciones arqueológicas realizadas de forma sistemática en el recinto interior del castillo de Monturque en la década de los '80 por el profesor Luis Alberto López Palomo, pusieron de manifiesto que los orígenes del primer asentamiento humano en el cerro del pueblo se remontan a los años finales del tercer milenio a. C., en la época prehistórica conocida como Calcolítico o Edad del Cobre. Correspondía este primer asentamiento, al parecer, a unas comunidades agro-ganaderas, con una residual actividad cinegética, que fijaron aquí su residencia, formando una especie de poblado con cabañas circulares con zócalo de piedra sobre el cual se levantarían las paredes de adobe y ramaje trabado con barro, comenzando de esta forma a desarrollar los rudimentos de una vida urbana en común y que debieron alcanzar cierto grado de desarrollo a juzgar por los abundantes hallazgos de diversos materiales y útiles relacionados con ese período. Entre esos descubrimientos, destaca la aparición de gran cantidad de fragmentos de cerámica del tipo "Vaso Campaniforme", lo que convierte a este yacimiento en uno de los focos decisivos en el estudio del final de la Prehistoria andaluza.
A esta fase inicial de ocupación se superpuso un poblamiento de plena Edad del Bronce, que se desarrolló entre el segundo y el primer milenio a. C., a lo largo del cual continuó el hábitat ocupacional, correspondiéndose precisamente el final de este período con uno de los momentos estelares de la vida del poblado monturqueño, relacionado de alguna manera con la cultura tartésica del extremo occidental de Andalucía. En esta fase se confirma la dedicación esencialmente agrícola de la comunidad, debido al hallazgo de algunos hornos de panificación y otros signos evidentes de la existencia de alguna forma de explotación del cultivo del acebuche, así como la aparición de un amplio repertorio de cerámica, todavía de elaboración a mano y de superficie bruñida.
Posteriormente, se dio una ocupación ininterrumpida del lugar hasta llegar a la Cultura ibérica, con la característica existencia en ese período de un poblado con una situación totalmente estratégica en lo alto de un cerro-testigo, con su acrópolis, sus murallas defensivas, sus escarpes, y un río discurriendo por su falda que le serviría como especie de foso. La típica cerámica ibérica hecha a torno y con decoración lineal roja y negra se encuentra dispersa por toda la cima del cerro.
Época Romana
Durante la dominación romana la población debió alcanzar gran importancia, como lo atestigua la gran cantidad de restos arqueológicos encontrados en todo el término municipal y las edificaciones de aquella época que todavía se conservan, lo que avala la hipótesis de la existencia en Monturque y sus alrededores de un prominente y numeroso asentamiento humano. Desde su ubicación se controlaba el cruce de la importante [vía Anticaria], con las procedentes de Iponuba (Baena), Ucubi (Espejo) y Ategua (Teba la vieja, al este de Santa Cruz, Córdoba). Sin embargo, aún no ha sido posible determinar cuál fue su verdadero nombre durante ese período, habiéndose identificado con diferentes ciudades como: Meruera, Tucci-Vetus, Spalis, Soricaria, e incluso algunos historiadores la consideran como la propia Munda romana, pero por el momento no pasan de ser meras conjeturas.
Entre las edificaciones de este periodo que se conservan destaca sobre todo la Gran Cisterna por su importancia, estado de conservación y magnitud. Por las características que podemos apreciar, estas Cisternas presentan una gran similitud con otras conocidas en el mundo romano, como el "Cisternone" de Albano en Castelgandolfo (Roma, Italia), las de Cherchell (Argelia), Bordj Djedid (Túnez) y las más cercanas de Itálica (Santiponce, Sevilla) y Almuñécar (Granada). Además de la Gran Cisterna, sin duda una obra de carácter público, se conservan en Monturque otras ocho de pequeño tamaño y características similares entre sí que debieron pertenecer a viviendas privadas. También encontramos un posible distribuidor de aguas y otros edificios públicos como el Criptopórtico y los restos de unas Termas públicas, en el lugar conocido como "Los Paseíllos", en lo más alto de la población.
Si situamos todos estos edificios y restos en un plano de la ciudad que dichas obras no están distribuidas arbitrariamente, sino que presenta una alineación entre ellos que parece obedecer a una cuidada ordenación urbanística de la ciudad.
A unos 50 m al norte del pueblo, a orillas de su escarpe, localizamos el yacimiento denominado "la pedriza de Las Pozas", o simplemente "Las Pozas". En este lugar afloraron en 1948 una serie de restos materiales de época romana correspondientes a una Necrópolis, que estaría ubicada extramuros del antiguo Monturque. Entre los numerosos objetos encontrados en este yacimiento destaca una cama de freno con representación de un caballo realizado en bronce y que actualmente se conserva en el Museo Arqueológico de Córdoba.
De entre los vestigios de época romana encontrados en el actual término municipal, destaca el busto-hermes doble, procedente de una finca próxima a "El Cañuelo" que también se conserva en dicho Museo, ocupando un lugar privilegiado en sus vitrinas. Muestra esta escultura de mármol blanco una cabeza de Júpiter-Ammon por un lado, y una cabeza juvenil imberbe por el otro, cuya identificación resulta problemática. Esta obra está fechada entre el siglo I y la primera mitad del siglo II d.C.
Otro importante yacimiento de época romana localizado en el término de Monturque es el descubierto en 1970 en el pago de "Los Torilejos", a unos 1.500 m de la población. En este lugar se llevó a cabo una actuación arqueológica gracias a la cual se recuperaron seis deteriorados mosaicos con decoración geométrica y diversidad de colores que pavimentaban amplias salas, cuyos cimientos afloraron en algunas partes, pudiéndose abservar la presencia de un hipocausto. El mayor de los mosaicos debió tener originarimente unas dimensiones de 12 m x 9,75 m. Asimismo se encontraron en este yacimiento basas y fragmentos de fustes de columnas de mármol, abundante cerámica y monedas, sobre todo de los siglos III y IV. Todo ello induce a pensar en la presencia de una villa romana en este lugar, probablemente de época bajoimperial.
Las tierras que constituyen el actual término de Monturque fueron, indudablemente, objeto de una intensa ocupación a lo largo de la época romana. Además de los citados, existen en el término de Monturque numerosos yacimientos romanos de menor importancia, como el Sepulcro romano de "El Cislillo" y las posibles villas romanas de "Las Campiñuelas", "La Herradora", donde podrían estar ubicadas dos necrópolis, "La Campana", "El Tesorillo", "Las Majadas" y "La Isla de la Moza" donde se encontraron numerosas monedas, cerámicas, restos de mosaicos y un curioso grupo de figuritas de terracota con formas humanas.
En cuanto a los documentos epigráficos que se relacionan con el Monturque romano y procedentes de su actual término municipal, tenemos tres inscripciones. La primera de ellas se descubrió en pleno centro del pueblo en el siglo XVIII y se trata de una inscripción funeraria en la que aparecen mencionados dos libertos, hombre y mujer: Marcus Fuficius Rufinus y Fuficia Copi. La segunda inscripción se encontró en 1965 en las "Laderas" al sureste del pueblo. Se trata de una dedicación a Mercurio, dios protector del comercio, artesanado y viajeros, emisario de los dioses y mensajero de Júpiter. Por el tipo de letras que presenta puede datarse en el siglo III. Por último, en 1992 se encontró un ara dedicado a Júpiter en la intervención de las Termas de "Los Paseillos". Los dos últimos se encuentran actualmente en el Museo Histórico Local de Monturque y de la primera desconocemos su paradero.
Una vez analizados los documentos y restos de época romana localizados hasta el momento en Monturque y su entorno podemos afirmar que en este lugar se asentó un poblado fortificado ibérico cuyo desarrollo posterior aparece ligado al proceso de romanización.
El período republicano viene marcado por el enfrentamiento entre cesarianos y pompeyanos en el 45 a. C., decisivo episodio de las guerras civiles del final de la República romana y que según las fuentes literarias que nos informan acerca de este conflicto, se desarrolló en emplazamientos más o menos próximos al antiguo Monturque. Con la victoria de César toda la Hispania experimentó un giro radical en muchos aspectos.Algunos historiadores sitúan a Monturque como una de los centros base que tomó Julio César en la batalla de Munda (45 a. C.) contra los partidarios de Pompeyo.
En la etapa imperial, Monturque estuvo integrado en la Provincia Hispania Ulterior entre los años 197 y 27 a. C. A partir de esta fecha en la Provincia Bética. A su vez estaba integrado en el Conventus Astigitanus. En torno a los años 73-74 d. C., el Monturque romano se organizó como municipio de derecho latino. Esta organización tendría un carácter provisional hasta que se promulgase su correspondiente carta de municipalidad. Todo esto nos da idea de que en la época Flavia, Monturque poseía ya unas formas de vida muy romanizadas. Esta municipalización supuso un gran florecimiento para la ciudad y seguramente vino acompañada de numerosas obras de mejora como pudieran ser algunas de las grandes edificaciones que se conservan. Esta situación cambió en el siglo III d. C. cuando se hizo presente una aguda crisis económica en todo el Imperio que trajo como consecuencia la decadencia del régimen municipal y el progresivo abandono de las formas de vida urbana, estableciéndose las oligarquías ciudadanas en lujosas villas en el campo, como la mencionada anteriormente de "Los Torilejos".
Edad Media
La población musulmana de Monturque estuvo instalada sobre un anterior asentamiento romano y compuesta, al menos desde la época de los Omeyas, por diversas tribus bereberes que residieron en el lugar hasta el siglo XIII. La Torre del Castillo, construida parcialmente sobre cimentación romana, manifiesta un claro origen musulmán, aunque fuera reedificada en la Baja Edad Media.
Debemos mencionar, no solo por ser importante sino también por lo que encierra de leyenda, que se sitúa en Monturque el lugar donde el Cid Campeador, al frente de las tropas del rey moro sevillano al-Mu´tamid, derrotó allá por el año 1.079 a las del rey moro de Granada, encabezadas por otros cuatro caballeros castellanos. Según la tradición, los parajes existentes en su término municipal conocidos como "La Piedra del Cid" y "Cid-Toledo", deben su nombre a esta sonada victoria.
Pero entrando realmente en épocas históricas más conocidas, podemos comentar que tras su reconquista, en torno a 1240, Monturque recibió en un principio el mismo fuero real de Córdoba, hasta que pocos años más tarde el rey Alfonso X lo cediera, junto con la villa de Aguilar, a don Gonzalo Yáñez Dovinal, rico caballero portugués que colaboró con Fernando III en la conquista del valle del Guadalquivir. De esta forma, Monturque, al igual que lo fueron otras muchas poblaciones cordobesas, se convirtió pronto en un pueblo de señorío (ver Casa de Aguilar), con los diversos aspectos y consecuencias que ello llevaba consigo, aunque ignoramos por cuanto tiempo, porque en 1273, el adalid Martín Sánchez y su esposa doña Munia, dieron a su nieto don Lope la mitad de la Torre de Monturque.
En 1333 aparece citado como castillo de Gonzalo Yáñez de Aguilar, desde el que este guerreaba contra los cristianos al haberse pasado al servicio del rey de Granada, según testimonia la Crónica de Alfonso XI. También fue uno de los muchos pueblos reconquistados que ofreció fuerzas en la famosa batalla del Salado a Alfonso XI, siendo reflejada esta ayuda con una cruz celta en el escudo de armas del municipio.
Después de la desaparición del primer linaje de Aguilar por causas naturales, Monturque siguió el mismo destino que Aguilar hasta que en 1357 el rey Pedro I decidiera entregarlo, segregado de la villa mencionada, a su fiel partidario Martín López de Córdoba formando una entidad señorial con personalidad propia, el Señorío de Monturque. Sin embargo, esta situación no perduró mucho tiempo, pues con ocasión de la guerra civil, Enrique II de Trastámara dispuso en 1367 que Monturque se incorporara junto con Aguilar de la Frontera, Montilla y Cabra, a los dominios que Gonzalo Fernández de Córdoba estaba forjando sobre el solar del antiguo señorío de Aguilar. Desde entonces y durante toda la Baja Edad Media, Monturque seguiría perteneciendo al estado de la Casa de Aguilar y aunque subsistía como fortaleza, se encontraba prácticamente despoblado. Ese estancamiento se debió posiblemente al interés de que los titulares del señorío mostraron por otros núcleos integrantes de su estado, como la propia Aguilar, y sobre todo Montilla, localidad que pasó a convertirse en su residencia.
Habrá que esperar a la segunda década del siglo XVI para tener ya documentos que se manifiestan sobre la entidad de Monturque. Los más antiguos, los conservados en el Archivo Municipal de Monturque, son del año 1519 y consideran a esta localidad como Villa.
Edad Moderna
Durante este período, la Villa fue parte integrante del Marquesado de Priego, fundado por concesión de los Reyes Católicos en 1501.
En 1558 tenía 248 vecinos, lo que supone un aumento considerable con respecto a los 161 vecinos de 1530. Tales cifras vienen a poner de manifiesto que la villa de Monturque vivió a lo largo de una buena parte del siglo XVI un importante proceso de expansión demográfica. En esta época debió construirse la iglesia parroquial de San Mateo. Esta expansión demográfica se vio cortada a lo largo de la centuria siguiente, en la que una profunda crisis se tradujo en una drástica reducción del vecindario.
En 1709 pasó a depender de la Casa de Medinaceli, por unión de ambos linajes. A lo largo de esos años, Monturque terminaría por consolidarse definitivamente como municipio, superando las tremendas crisis demográficas que se sucederían durante todo del siglo XVII y primera mitad XVIII, y que afectaron sobremanera a la población. Entre ellas, cabe mencionar la originada por la terrible epidemia de peste de 1681, que supuso la desaparición de una quinta parte de sus efectivos humanos, y los difíciles años de la Guerra de Sucesión de principios del siglo siguiente, durante la cual la villa fue leal a la causa de Felipe V, por lo que en 1717 recibió de este el dictado de Lealtad.
Edad Contemporánea
El inicio de esta época supuso para Monturque la desvinculación señorial, Su escasa población a mediados del siglo XIX (640 personas) no impidió el surgimiento de una interesante dinámica social en la villa durante buena parte del periodo.
Ya a principios del siglo XX, merece mención la formación de la asociación "El Porvenir", que aglutinó a los artesanos o el pujante movimiento sindical obrero que se vivió en Monturque en aquellas fechas, y que alcanzó su momento más álgido con las huelgas campesinas de los años 1918 y 1919.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera, Monturque vivió una etapa de cierto crecimiento demográfico, ya que pasó de los 2000 habitantes de 1923 a los 2210 en 1930. En lo que a la vida política se refiere, un dato la caracteriza: la inestabilidad, ya que en seis años se suceden al frente del municipio varios alcaldes, ninguno de los cuales llega a disfrutar del tiempo necesario para marcar con su impronta la vida municipal. También tuvieron lugar algunos enfrentamientos entre las autoridades municipales, inusuales en el panorama político del momento.
Ya en 1936, el inmediato triunfo de los elementos afines al levantamiento militar se inició con una represión de las fuerzas sociales más activas y de todas aquellas personas alineadas con el bando republicano.
Después de la Guerra Civil Española, la villa volvió a vivir un incremento demográfico, alcanzando los 2792 habitantes en el año 1940.
En las décadas de los cincuenta y sesenta, la villa sufrió las consecuencias de una importante emigración, dirigida fundamentalmente hacia la capital de la provincia, a Madrid y hacia Cataluña, la cual se vio en parte mitigada en los siguientes años con la llegada de algunas familias procedentes de los terrenos afectados por la construcción del pantano de Iznájar, habiendo comenzado en la actualidad un lento y esperanzador crecimiento, tanto a nivel social como de desarrollo económico.
Moriles
Escudo cortado. Primero, de oro, tres fajas de gules. Segundo, de azur, un racimo de uvas en su color. Bajo la punta, la leyenda "AÑO MCMXII" en letras de gules.
Significado: El primer cuartel son las armas de los Fernández de Córdoba, señores de Aguilar y marqueses de Priego. Las uvas del segundo cuartel representan a la industria vinícola. La fecha en números romanos (1912) es el año de la emancipación del municipio, ya que hasta entonces fue una aldea de Aguilar llamada Zapateros.
Moriles es un municipio español de la provincia de Córdoba, Andalucía. En 2018 contaba con 3726 habitantes. Su extensión superficial es de 19,59 km² y tiene una densidad de 190,2 hab/km². Sus coordenadas geográficas son 37º 26' N, 4º 36' O. Se encuentra situado en plena campiña cordobesa, a una altitud de 375 metros y a 65 kilómetros de la capital de provincia, Córdoba.
Moriles nació como pueblo independiente en el siglo XX por Real Ley de 1 de junio de 1912 firmada por el rey Alfonso XIII. Fue anteriormente una aldea de Aguilar llamada Zapateros. Los trece lagares existentes en el pago de Zapateros a mediados del siglo XVIII, constituyen el germen de la aldea aguilarense de este nombre que, en 1912 y gracias a las gestiones del diputado del distrito José Fernández Jiménez, se constituye en municipio independiente y adopta el nombre de Moriles, que es el de unos pagos —Moriles Altos y Moriles Bajos— existentes en las proximidades de la aldea, famosos por la calidad de sus vinos.
El problema de la delimitación de su pequeño término municipal tras su emancipación de Aguilar de la Frontera no se resolvió hasta 1951, cuando una sentencia del Tribunal Supremo delimitó el actualmente existente. El origen documentado de la actual población se remonta no más allá de mediados del siglo XIX, a partir de recientes estudios históricos realizados sobre la población de Moriles.
Por otra parte, de la existencia de antiguas civilizaciones en su término municipal dan testimonio numerosos hallazgos arqueológicos. Actualmente se han descrito hasta nueve yacimientos, aunque no están estudiados en profundidad. El más destacado data hacia el año 350, época del emperador Constantino. En la actualidad, Moriles destaca por sus afamados viñedos, cuyos excelsos caldos reciben la prestigiosa denominación de origen Montilla-Moriles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario