De gules y un gallo atrevido de oro, crestado, barbateado, picado y membrado de sable, lenguado y cuñado de oro. Al timbre, Corona Real española cerrada.
Durante la Guerra Civil, La Granjuela quedó dentro de la zona republicana. Tras la caída del Frente de Córdoba el pueblo quedó devastado y, por orden de Queipo de Llano, fue rodeado con alambradas y utilizado como campo de concentración de prisioneros. Allí se hacinaron más de 8.000 personas entre el 28 de marzo de 1939 y el 11 de octubre del mismo año. Como en muchos otros campos de internamiento y prisiones franquistas durante la posguerra, se efectuaban sacas de presos regularmente para asesinarlos: algunos agonizaban durante horas, y otros morían colgados de los árboles, según algunos testimonios. Por lo demás, el régimen de vida era durísimo; según algunos supervivientes, «los seis primeros días nos tuvieron sin suministro, de tal manera que algunos llegaron a comer hierba; cuando llevaron las primeras raciones, el desorden fue tal que los vigilantes utilizaron las ametralladoras y algunos murieron»
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