Lebrija pertenece a la comarca del Bajo Guadalquivir, en Andalucía. En 2018 contaba con 27 432 habitantes (INE, 2018).
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Oliva es un templo católico y la sede parroquial de Lebrija, en la provincia de Sevilla (España). Fue declarada monumento histórico-artístico en 1931 (ahora Bien de Interés Cultural). Se encuentra situada en la plaza del Rector Merina de esta localidad.
Fue construida en tiempos de Alfonso X el Sabio, en la segunda mitad del siglo XIII, y parcialmente transformada y ampliada entre el último cuarto del siglo XV y finales del XVI, y nuevamente ampliada en el XVIII, etapa en la que se reconstruyeron algunos de sus elementos arquitectónicos más representativos.
Ayuntamiento
Cuenta una leyenda que el origen de Lebrija es mitológico: el dios Baco la fundó cerca de la ribera del océano Atlántico. En su casco histórico se han encontrado restos arqueológicos de un poblado calcolítico. Sin embargo, la fundación de la ciudad según distintos autores se atribuye a los fenicios (la llamaron Lepriptza) y a los tartessos (Nabrissa). De estos últimos se han encontrado en la localidad seis timiaterios de oro llamados Candeleros o Candelabros de Lebrija, fechados en el siglo VII a. C. y actualmente conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Se supone que en sus orígenes Nabrissa fue un puerto del Lacus Ligustinus, bajo cuyas aguas permanecían muchas de las tierras de marismas hoy existentes en el Bajo Guadalquivir.
Su importancia en época de fenicios y romanos (estos en el siglo I a. C. la llaman Veneria en alusión a la abundante caza mayor que proporcionaba esta región) se demuestra por el hecho de que acuñó moneda propia, llegando a la categoría de municipio de derecho latino bajo dominación romana.
Este era el castillo que dominaba la ciudad cuando fue reconquistada, primero por Fernando III "el Santo" en 1249, y definitivamente después por su hijo el también rey de Castilla Alfonso X el Sabio en 1264, tras unos años intermedios en los que la ciudad volvió a manos islámicas..
Construido sobre una primitiva fortaleza de origen romano, fue luego ampliada durante la dominación musulmana y posteriormente reformada durante la época alfonsí.
Hoy quedan muy pocos restos de aquel castillo, del que se conservan huellas tanto romanas, como islámicas y cristianas.
Es sabido que el período califal en la ciudad de Lebrija fue especialmente importante, conservándose buena muestra de ello tanto en la arquitectura militar como en la religiosa. De este tiempo es también la primitiva mezquita, que fue edificada dentro del recinto del castillo, justo donde hoy se asienta la conocida como ermita del Castillo.
Por su valor estratégico, la fortaleza se vio obligada a rechazar distintas incursiones a lo largo de su historia, dando lugar a una serie de ataques sucesivos que consiguieron la casi desaparición de su muralla.
Pasado este largo período bélico llegó una etapa de pacificación en la que se abandona el recinto amurallado por su problemas de ruina y desuso, asentándose la población en la ladera del cerro, en dirección hacia el este.
Ermita del castillo
Escudo de Azur, cargado sobre ondas de plata y azur un pato de plata, sumadas de una torre donjonada, almenada y mazonada de sable, aclarada de gule y abrazados a la torre por la diestra y siniestra dos linces de plata, manchados de sable, al timbre corona real cerrada.
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Tras el oscuro paso de los visigodos, al producirse la invasión de la Península por los árabes en el 711 d. C., Lebrija pasó a su poder después de la batalla de Guadalete y recibió el nombre de “Lebri-sah”.
Fue conquistada por Fernando III de Castilla en 1249, aunque los musulmanes todavía intentarán recuperarla en dos ocasiones posteriores, en 1263 y en 1340.
A finales de octubre de 1255 el infante Enrique de Castilla "el Senador", hijo de Fernando III de Castilla, apoyado secretamente por Jaime I de Aragón, se levantó en armas contra su hermano Alfonso X de Castilla, atacando desde sus ciudades de Arcos y Lebrija las tierras del rey, al tiempo que otros nobles, descontentos con Alfonso X, atacaban el reino desde las tierras de Vizcaya. Alfonso X envió a combatir contra el infante a Nuño González de Lara "el Bueno", quien le derrotó en una batalla campal, librada en las cercanías de Lebrija, y en la que las tropas alfonsinas vencieron gracias a la llegada de los refuerzos comandados por Rodrigo Alfonso de León, hijo ilegítimo de Alfonso IX de León.2 Después de su derrota, el infante Enrique se refugió en Lebrija pero, no pareciéndole un lugar seguro, buscó refugio en el reino de Aragón.3
En 1264 el rey Alfonso X de Castilla la incorporó a la corona de Castilla, y en 1924 se le concede el título de ciudad. El núcleo urbano de Lebrija se asienta sobre las laderas que rodean el cerro del Castillo, con forma alargada en el sentido este-oeste. Está delimitado en tres de sus caras (sur, oeste y norte) por fuertes escarpados que imposibilitan la urbanización. El cerro constituye desde sus orígenes una vieja acrópolis fortificada. En la primera fase del dominio romano se reutiliza la fortaleza existente, pero en la época imperial el núcleo comienza a crecer extramuros en la única dirección posible (el este), coincidente con el camino de Sevilla.
Durante la dominación musulmana se reutiliza la ciudad intramuros, se reconstruye la muralla romana en todo su perímetro y se deforma la trama clásica, que adquiere la típica imagen árabe. El crecimiento extramuros se produce a partir del siglo XV con la construcción junto a la Puerta de Sevilla del Barrio Nuevo. Pero la expansión moderna comienza en el siglo XVIII urbanizando la calle perpendicular a la puerta principal, desde la plaza del Arco hacia el este (calle Corredera) y su paralela por el sur (actual calle Andrés Sánchez de Alva). Durante el siglo XIX la actual plaza de España se constituye en centro de la ciudad moderna. Surgen de forma radial calles frente a las tres puertas de la ciudad histórica, al tiempo que se renueva la ciudad intramuros. A finales del XIX, se construye el ferrocarril al oeste del núcleo y en dirección norte-sur, constituyendo un límite al crecimiento urbano hacia la marisma.
En la primera mitad del siglo XX se produce la colmatación de las manzanas originadas en los dos siglos anteriores por las calles radiales y sus correspondientes transversales. El crecimiento del área urbanizada es mínimo, sobre todo en comparación con el que se produce desde los años 50. A partir de entonces, el desarrollo se orienta sobre todo hacia el norte, siguiendo el camino que une la ciudad vieja con la estación, y hacia el noreste, en los bordes de la salida a Sevilla. La tipología edificatoria es abierta, a base de bloques y promoción por polígonos (caso de la barriada Blas Infante). El único eje urbano de gran dimensión es la Avenida de Andalucía, situada sobre el camino de la estación, y que da continuidad al eje norte-sur de la ciudad histórica.
La Guerra de la Independencia y la pérdida de las colonias dan al traste con esta etapa de auge y la ciudad entra en un período de moderado pero constante crecimiento, pasando la población de 6200 habitantes en 1850 a 12 000 habitantes en 1920 y 18 300 habitantes en 1980. El conjunto del término llegaba en ese último año a los 26 000 habitantes incluyendo el núcleo del El Cuervo, cuya formación como casco urbano se produce a partir de 1950, y la población de las áreas no urbanas.
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