Córdoba es actualmente la ciudad que más títulos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco alberga del mundo.
Mezquita
Interior de la Mezquita
Calleja de las flores
Mausoleo romano
Mausoleo romano
Iglesia de San Hipólito
La Real Colegiata de San Hipólito de Córdoba formó parte de un monasterio fundado por Alfonso XI, rey de Castilla y León, en 1342. El monarca fundó el monasterio como agradecimiento por su victoria en la Batalla del Salado, librada en el año 1340 y, también, para destinar la iglesia del cenobio a panteón real, pues Alfonso XI deseaba que en ella recibieran sepultura los restos de su padre, el rey Fernando IV el Emplazado, que había fallecido en el año 1312, y en esos momentos estaba sepultado en la Catedral de Córdoba, y también porque deseaba que sus propios restos mortales descansasen allí. El 17 de julio de 1343, hallándose en el sitio de Algeciras, Alfonso XI cedió al monasterio de San Hipólito diversos bienes que habían pertenecido a Martín Pérez y a Ruy Pérez de Castro, y que en esos momentos se hallaban en manos de la cámara del rey, y el sobernano encomendó a Fernán Rodríguez, su camarero mayor, la administración de los mismos.
Estatua de Séneca
Estatua ecuestre al Gran Capitán.
Puente romano de Córdoba sobre el río Guadalquivir. Al fondo, la Mezquita-catedral.
Parque de Miraflores
Paseo de Córdoba
Fuente de los jardines de Colón
Jardines del Alcázar
Ayuntamiento
Rectorado de la Universidad
Museo de Julio Romero de Torres
Gran teatro
Portada de la Feria de Nuestra Señora de la Salud
El escudo es una vista del puente romano sobre el río Guadalquivir, con la noria de la Albolafia a la izquierda;16 con la muralla y la puerta del puente sobre este; y la torre de la Mezquita-Catedral flanqueada por tres palmeras y algunas edificaciones al fondo.
Entre los siglos XVI y XX se utilizó en la ciudad el actual escudo de la provincia de Córdoba, hasta que el 1983 se retomó el anterior escudo diseñado por el Consejo de Córdoba en 1241
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Fundada en 169 a. C., Córdoba fue capital de la Provincia Hispania Ulterior Baetica (Bética), una época de esplendor, en la que llegó a contar con numerosos edificios lúdicos, proporcionando al mundo latino grandes filósofos como Lucio Anneo Séneca, oradores como Marco Anneo Séneca y poetas como Lucano. Más tarde pudo formar parte de la provincia de Spania del Imperio bizantino, aunque este hecho no está demostrado.
En el año 711, los ejércitos árabes y bereberes invadieron la península ibérica, y en menos de siete años casi todo el territorio llegó a estar ocupado por los invasores.40 Córdoba fue capital del Emirato Independiente y del Califato Omeya de occidente, época en la que alcanzó su mayor apogeo, llegando a tener entre 250.000 y 450.000 habitantes, siendo en el siglo X una de las ciudades más grandes del mundo, en Europa solo superada por Constantinopla, así como nodo cultural, político y económico. Recientes hallazgos arqueológicos en zonas urbanas que se consideraban que debían estar ocupadas por almunias y huertas, como el meandro del río Guadalquivir entre el barrio de Levante, el barrio de Fátima y el Polígono de las Quemadas, hacen suponer incierto el margen de los 300 000 al millón de habitantes del que hablan las crónicas musulmanas hacia el año 1000. Con la excepción de Constantinopla, a mediados del siglo X no había en Europa Occidental una ciudad similar en cuanto a superficie edificada, ya que por aquel entonces ninguna superaba las 30.000 personas. Leopoldo Torres Balbás cifró la población de la ciudad en torno al siglo X en más de 100 000 habitantes, mientras otras fuentes hablan de 200 000 o 300 000. José Calvo Poyato ha considerado la cifra del millón de habitantes una exageración y un error.
Durante el gobierno de Abderramán I, se empezó a erigir la gran mezquita de Córdoba (completada en el siglo X) sobre la base de la basílica de San Vicente Mártir, templo compartido por musulmanes y cristianos hasta esa fecha. Los cristianos debieron levantar a partir de entonces su iglesia en las afueras de Córdoba. Se afirmaba que en la Mezquita se conservaba el brazo de Muhammad, y llegó a ser lugar de peregrinación para los musulmanes. Una publicación dice: «Su carácter sagrado sólo lo superaba La Meca y [...] el visitarla absolvía a los fieles de la obligación de hacer el peregrinaje a Arabia». Igualmente, la ciudad contaba con una famosa universidad y una biblioteca pública que contenía unos 400 000 volúmenes. Había veintisiete escuelas gratuitas para enseñar a los niños pobres, y el nivel de alfabetización, tanto de los niños como de las niñas, era muy alto. Los jóvenes que pertenecían a la nobleza de los reinos católicos del norte de España recibían su educación en la corte mora, y las mujeres ricas de Francia encargaban en Córdoba sus trajes más elegantes. La ciudad estaba adornada con jardines, cascadas y lagos artificiales, y mediante un acueducto, se suministraba agua dulce en abundancia a las fuentes y los baños públicos, de los que, según un cronista musulmán, había setecientos. Por toda la ciudad podían verse suntuosos palacios, uno de los cuales, Al-Zahra (Medina Azahara), a las afueras de Córdoba, requirió veinticinco años y el duro trabajo de 10 000 obreros para completarse. Sus ruinas testifican aún hoy su anterior grandeza.
No obstante, la muerte de Almanzor desató la anarquía en Córdoba y una disputa abierta por el poder, que dio pie en los primeros años del milenio al saqueo y el pillaje de Córdoba y Medina Azahara. La antigua joya de la corona quedó relegada en pocos años a ciudad de importancia secundaria en el contexto peninsular, musulmán y europeo.
En 1236, Fernando III el Santo toma la ciudad. Dicho monarca ordena la edificación de las denominadas iglesias fernandinas. Alfonso X establece el convento de Santa Clara y durante el reinado de Alfonso XI se edifica la sinagoga de Córdoba. Asimismo, y para conmemorar la victoria de la batalla del Salado sobre los benimerines, se edifica la Real Colegiata de San Hipólito, donde se encuentra enterrado este rey y su padre. También durante su reinado se empieza a edificar el Alcázar de los Reyes Cristianos.
En septiembre de 1804 se detectó un foco de fiebre amarilla en la ciudad, epidemia que acabó en apenas unos meses con la vida de más de 1500 cordobeses. El foco se inició en la calle Almonas, posiblemente procedente del puerto de Málaga, ciudad que padeció un brote importante en 1803, con al menos 7000 muertes, y que en el verano de 1804 se vuelve a repetir con más de 11 400 defunciones. La infección pronto saltará a Córdoba, afectando a la capital y a varios municipios del entorno como Espejo, Montilla o La Rambla. En el municipio de Córdoba, de la zona de la Axerquía se extendió al resto de la ciudad, aunque se levantaron muros y se cortaron varias calles. Las puertas de la ciudad permanecieron cerradas, a excepción de las puertas del Rincón y Puerta Nueva, donde se colocaron alguaciles y un médico para realizar el control sanitario. A finales de noviembre de 1804 se declaró el fin de la epidemia, lo que se celebró con fiestas y alborozo.
En la actualidad se trata de una de las ciudades mejor conservadas de España, con un centro histórico muy extenso, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el 17 de diciembre de 1984. Así mismo, la ciudad presenta zonas referentes de la moderna Córdoba del siglo XXI, como los barrios de Zoco y Plan Renfe por su calidad urbana.
Córdoba fue candidata a la capitalidad cultural europea para el año 2016, siendo finalista para representar a España.
La Junta de Andalucía está estudiando la creación del Área Metropolitana de Córdoba que estaría compuesta, además de por la capital, por las poblaciones de Villafranca de Córdoba, Obejo, La Carlota, Villaharta, Villaviciosa de Córdoba, Almodóvar del Río y Guadalcázar, contando así con una población aproximada de 362 000 habitantes.
El 1 de julio de 2018, Medina Azahara fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
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