Se alza al pie del cerro de Santa Catalina, con calles empinadas y de pronunciadas pendientes que definen su urbanismo, ensanchándose hacia las zonas más llanas y amplias de los nuevos barrios y bulevares. En sus alrededores abundan fértiles tierras de cultivo, y extensos olivares que cubren gran parte de su término. Hacia el sur y el sureste se encuentran las sierras de Jaén y Jabalcuz, y al norte se abre el llano del río Guadalbullón, que pasa a muy corta distancia de la ciudad.
La actividad económica más importante de la provincia de Jaén es la producción de aceite de oliva, siendo la mayor productora mundial, lo cual queda patente bajo el lema que recibe la ciudad, como «Capital mundial del aceite de oliva». En este sentido, la ciudad alberga desde el año 1983 y de forma bienal Expoliva, una feria internacional de referente mundial dedicada al sector del aceite de oliva e industrias afines, celebrada actualmente en la Institución Ferial de Jaén. No obstante, la economía también está basada en el sector servicios, la administración, la industria agrícola y alimentaria, la construcción, y un incipiente turismo cultural.
Las fiestas populares más representativas de Jaén son las «Lumbres de San Antón», que se celebran la noche del 16 al 17 de enero. Durante esa noche se corre la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón. En octubre se celebra la feria de San Lucas. Su origen data del siglo XIV, siendo su día grande el 18 de octubre. Especial mención tiene la Semana Santa de Jaén, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional,14 teniendo gran expectación la procesión de «El Abuelo», durante la madrugada del Viernes Santo.
Este recinto, también llamado Castillo o Alcázar Nuevo, se asienta sobre la roca viva del cerro, y es uno de los tres recintos defensivos que constituyen el Castillo de Jaén. En su lado oeste, se sitúa la Torre del Homenaje que, en otros tiempos, servía de vertebración con la antigua alcazaba. Es una gran torre de planta cuadrada, con 15,45 m de lado, y más de 30 m de altura, con tres plantas y terraza, con bóvedas cruzadas con arcos ojivales, y acceso desde el patio de armas.
Todo el perímetro sur carece de torres, al estar construido sobre un escarpe vertical. Hay en este paño, una poterna y un saledizo, que alberga una letrina. En cambio, en su perímetro norte hay situadas tres torres, dos de ellas albarranas y una tercera, junto a la puerta de acceso. Finalmente, existe una quinta torre, pentagonal, en el extremo oriental del recinto. El patio de armas es de gran superficie, y en él se encuentran restos de construcciones diversas, entre ellas dos aljibes y un bastión.
Todo el paramento de este castillo responde a un tipo arquitectónico nuevo, en relación con la alcazaba existente: mampostería menuda en la obra general, sillar o sillarejo en los ángulos, y ladrillo o dovelas de cantería en los arcos.
Cruz del castillo
La construcción visible actual es de origen cristiano, siendo erigida tras la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo en 1246, quien por tanto se la arrebató al rey moro Al-Ahmar. También es cristiano el tercer recinto del alcázar, denominado Abrehuí.
Durante el siglo XV se llevaron a cabo unas reformas impulsadas por el Condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo, que dio lugar a la unión del Alcázar Nuevo y el Alcázar de Abrehuy, separados hasta entonces por una explanada. Estas obras finalizarían con la construcción de la Torre del Homenaje. De ello existe constancia documental pues, en 1529, "hubo que gastar 10.000 maravedís en obra urgente" en el castillo.
Aunque el Alcázar Nuevo fue mandado construir por Fernando III, fueron Alfonso X y Fernando IV los reyes que intensificaron y culminaron las obras.
Catedral de la Asunción
Una antigua mezquita aljamanota se convirtió en iglesia mayor cuando Fernando III el Santo, en el año 1246, reconquistó la ciudad de Jaén y mandó consagrarla a Gutierre Ruiz (1245-1249), obispo de Córdoba.
Se reconstruyó la catedral a partir de 1494, bajo el mandato del obispo Luis Osorio de Acuña, debido a la inconsistencia de sus muros y a la amenaza de ruina. Para ello se contrató al cantero Pedro López, fiel seguidor del gótico isabelino, para dirigir las obras. Sin embargo, a partir del año 1500 el obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce impulsó definitivamente las obras. La construcción se enmarcaba dentro del estilo gótico tardío, de la época de los Reyes Católicos. Según los planos de esta catedral realizados por Juan de Aranda Salazar antes de demoler la Capilla Mayor en 1634, la construcción presentaba planta basilical de cinco naves, la central más amplia que las laterales, con doce capillas alojadas en los contrafuertes, según el modelo del gótico levantino. Estas capillas se situaban: en el lado sur las de san Antón, santa Catalina de Alejandría, Quinta Angustia, san Nicolás, san Ildefonso, Jesús Nazareno y san Juan Bautista. En el costado norte las de san Bartolomé, Juan Nuñez de Vargas, la del Santísimo Sacramento, la del camarero Gonzalo de Castroverde y la de san Benito. En estas capillas se encontraban enterrados algunos nobles, como Ruy Díaz de Torres, señor de Villardompardo, que yacía en la de santa Catalina, o Carlos de Navarra, conde de Cortes, que ayudó al rey Fernando en la reconquista de la ciudad. Por su parte, la Capilla Mayor, que presentaba planta cuadrada, se situaba en la cabecera.
Fueron construidos en el siglo XI, en 1002, aprovechando los restos de una casa o baño romano con pórtico. Posiblemente reformados en el siglo XII, debido a la presencia de restos de decoración almohade que se conservan en algunas de sus salas.
Tras la conquista de la ciudad en 1246 por Fernando III, El Santo, se siguieron utilizando durante los primeros años de dominio cristiano. Entre los siglos XIV y XV desaparece su función como baño al establecer los cristianos en sus salas unas tenerías, cuyos restos permanecen aún en las Salas Templada y Caliente. Y acabaron llenos de escombros para servir de cimiento al actual Palacio.
A finales del siglo XVI don Fernando de Torres y Portugal, I Conde de Villardompardo y VII Virrey del Perú, edificó su Palacio sobre los Baños, quedando éstos enterrados y ocultos entre los cimientos y sótanos durante los siglos XVIII y XIX, lo que resultó esencial para su mantenimiento.
A principios del siglo XX, el Palacio pasó a formar parte del patrimonio inmobiliario de la Diputación Provincial de Jaén, la cual entre 1901 y 1903 liberó el espacio para construir una Capilla para el Hospicio de Mujeres. En 1913 Enrique Romero de Torres descubrió parte de los Baños durante la realización del Catálogo Monumental de Jaén. Cuatro años más tarde el equipo arqueológico de Manuel Gómez-Moreno propuso que el edificio se declarase Monumento Nacional, hecho que se produjo en 1931,
Lagarto de la Magdalena
Sin duda alguna, la leyenda más conocida es la del Lagarto de la Magdalena (es conocido incluso a nivel de España, como el lagarto de Jaén, y popularmente llamado «El lagarto de la Magdalena»), un animal que atemorizaba a los pastores a finales del siglo XV comiéndose sus ovejas.
En el barrio de la magdalena había un temible lagarto que atacaba a todas las personas que pasaban por allí a por agua, pues Jaén es muy rica en agua. Los ciudadanos ya estaban hartos y pidieron al rey que enviase a alguien a combatir contra el lagarto. Un preso que estaba condenado se ofreció a cambio de que le liberasen. Pidió la piel de una oveja, pólvora, panes y un caballo. Fue hacía el raudal y empezó a tirarle los panes al enorme lagarto. llegó a una calle sin salida y le tiro la oveja con la pólvora dentro. El lagarto se la tragó. Al cabo de unos minutos explotó y el preso retomó su libertad.
Hay que tener en cuenta que en las crónicas antiguas no se habla de un lagarto sino de una gran sierpe, es decir, una enorme serpiente, o sea, típica denominación en los textos antiguos para este tipo de monstruos que no dejan de ser los legendarios dragones, lo que aparece en el escudo de la catedral de Jaén y lo que tradicionalmente se ha dicho asemeja la figura de la propia ciudad recostada alrededor del cerro de Santa Catalina.
Las primeras evidencias de ocupación constatadas en la Zona Arqueológica reflejan la existencia de un pequeño campamento estacional neolítico, fechado en la segunda mitad del IV milenio a. C., compuesto por estructuras semisubterráneas de entre 1 y 1,5 m de diámetro, dedicadas a diversos usos (funerarios, productivos, etc.).
Durante el Calcolítico (principios del III milenio hasta mediados del II milenio a. C.) el asentamiento consistía en una macro-aldea (sin llegar a poseer entidad urbana) o un conjunto de aldeas, con funciones claramente definidas y aún compartidas (habitacional, defensiva, funeraria, de almacenaje, etc.), donde el reaprovechamiento de estructuras y las remodelaciones serían constantes, lo cual explica la compleja estratigrafía observada. El espacio habitado se organizaba en una serie de anillos concéntricos delimitados por un sistema defensivo de fosos de agua excavados en la base geológica (con sección en U o V), flanqueados en su lado interior con empalizadas de madera y muros de adobe o piedra, presentando a veces bastiones y accesos. El sistema de fosos permitía recoger el agua procedente de los manantiales del Cerro de Santa Catalina (donde se erige hoy día el Castillo de Santa Catalina), facilitando así su distribución hacia las zonas de huerta que quedaban entre los respectivos fosos. Se han llegado a contabilizar hasta cuatro anillos seguros y otros dos probables, con una extensión de 30 ha seguras y 120 ha probables en el caso extremo. De esta forma, el diámetro oscilaría entre los 650 m seguros hasta los 1.900 m probables. Aún en la actualidad es posible advertir sobre el plano de Jaén la herencia de la topografía del asentamiento, pues dos vías urbanas (Doctor Eduardo García-Triviño López y Federico Mayor Zaragoza) discurren describiendo una curva, ya que fueron planificadas sobre el antiguo trazado férreo, que aprovechó los terraplenes que la erosión acumuló sobre los restos de las murallas calcolíticas de uno de estos anillos.
Las estructuras destinadas al hábitat se ubicarían en los anillos definidos entre los fosos y empalizadas. Estas estructuras estarían igualmente excavadas en la roca, teniendo planta circular y sección acampanada, y con tamaños y profundidades variables. También se advierten otras estructuras cónicas o cilindro-cónicas, realizadas con entramado vegetal de ramas y barro, cuyo perímetro estaría definido por una zanja excavada en la roca, y sustentadas por postes clavados en hoyos excavados igualmente, dando una imagen similar a un tipi indio. Finalmente, un tercer tipo de estructura de hábitat serían las cabañas de planta oval o circular con zócalo de piedra.
Fase ibérica
El asentamiento ibérico es de menores dimensiones que los anteriores. En este caso la mayoría de las construcciones se hallan semiexcavadas en la roca y realizadas con materiales perecederos.
Fase romana
En cambio, los niveles correspondientes al período romano se identifican en diversas áreas. Los restos hallados indican una cronología romana republicana y una ocupación importante en los siglos I y II d. C., a falta de nuevos datos. De este período destacan diversas estructuras relacionadas con el cultivo de regadío como canales, pequeñas balsas y una gran cisterna de opus caementicium, destinadas para aprovechar el gran potencial hortícola de la zona. También se han podido documentar materiales procedentes de la parte residencial de una villa, estucos, teselas, junto a construcciones de planta absidal.
La excavación de uno de los solares sacó a la luz una necrópolis de inhumación con tumbas antropomorfas excavadas en el sustrato geológico. La datación preliminar indica una cronología tardorromana o altomedieval cristiana.
Fase islámica
La ocupación de Marroquíes Bajos en la época hispanomusulmana ha sido comprobada en la mayoría de los solares excavados. Se pueden destacar varias circunstancias peculiares del poblamiento de este período, como la densidad de la dispersión de construcciones emirales, la rápida destrucción de las viviendas califales y la compleja configuración del conjunto de construcciones almohades.
El sector central de esta Zona Arqueológica se caracteriza por la reutilización de estructuras romanas durante el período almohade, así como restos de edificaciones de época emiral y califal. También hay que destacar en esta área el hallazgo de un posible molino hidráulico.
Fase cristiana-contemporánea
Finalmente, se conservan construcciones relacionadas con la ocupación más reciente de la zona desde el primer asentamiento cristiano hasta nuestros días, como un alfar o edificaciones rurales dispersas.
Torreón del Conde de Torralba y parte de la muralla medieval
Ayuntamiento
El ayuntamiento y la catedral al fondo
Diputación provincial
Albergue Juvenil y Spa
Cuartelado: 1º y 4º de oro, y 2º y 3º, de gules. Bordura componada de catorce compones: siete de gules, con un castillo de oro, mazonado de sable y aclarado de azur, y siete de plata, con un león de púrpura, linguado y uñado de gules y coronado de oro. Al timbre, corona real cerrada
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